Llega a la madurez con el esplendor de siempre y con un corazón que bate con fuerza: el de los magníficos vecinos que lo integran

Fue una idea surgida en el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill, que junto con un equipo de personas fueron más allá del simple hecho de elaborar planos: se inspiraron en la sociología, psicología, urbanismo, arquitectura, arte y palabra. Ahora viven más de mil personas en los 400 pisos del edificio, cada uno diferente del resto.
Esta Ciudad en el Espacio -como se la denominó- es como un gran laberinto vertical formado por siete patios interiores comunicados a todos los niveles mediante circulaciones horizontales y verticales. Los callejones y pasillos, bautizados por Agustín Goytisolo, tienen nombre de personas como Chaplin, Marx, Kafka… Hay una plaza central que es punto de reunión -como las antiguas plazas públicas- donde se potencia la actividad social y cultural y piscinas en la parte superior.
El corazón del edificio lo integran los vecinos. Los primeros, sabedores de convivir en un espacio muy especial, eran inquietos, jóvenes inconformistas con ganas de hacer cosas. El Walden, con sus módulos, permitía conformar espacios muy diferentes a los de siempre: daba rienda suelta a sus inquietudes y permitía lugares de encuentro. Pasados los años y pese a la lógica rotación, sus habitantes se mantienen muy activos: muestra de ello es que han aprovechando este aniversario para celebrarlo como se merece, con un gran conjunto de actividades.